domingo, 7 de febrero de 2016

"Nueva Casa"

1
Josefina despertó luego de una de las mas cortas noches de sueño hasta la fecha. La ansiedad de lo que esperaba desde el amanecer de ese día en particular era mucha, y solo se mantuvo repasando una y otra vez en su mente, en ese cuarto de la barraca, sin otra luz que aquella de la Luna, la que se escabullía por el pequeño vidrio redondeado sobre su cabeza, haciendo brillar los cerrojos y tuberías de bronce, todo aquello que había aprendido y vivido. Estaba lista. Dormir era algo innecesario.

Ahora todo era mas brillante aún, con los primeros rayos del Sol haciendo destacar las maderas pintadas, los cuadros de honor, las muestras de los nudos marinos y las tuberías de mas temprano, yendo de una parte del techo a otra. Y el sonido de los gigantescos pistones allá abajo, en la Sala de Máquinas se sentía mas fuerte que nunca, haciendo que ese ritmo fuese a la par que la de su corazón.

Una campanilla sonó en el cuarto, y las otras mujeres de ese cuarto empezaron a despertar y prepararse rápidamente. Hoy era un día importante, ya que surcarían mas allá de las tres mil millas marítimas aéreas y estarían en territorios neutrales. Josefina ya salía de la habitación, corriendo junto con el resto de la tripulación. Al llegar a las escaleras que llevaban a ver el azul del cielo, sintió el viento marino que ya tocaba su rostro con su fresco y salado beso, trayendo consigo el mensaje de la nueva esperanza. Hoy comenzaban su misión de ser un apoyo más para la República Confederada de Chile, siendo parte de la Gloriosa Armada Aérea de la República.
Historia se escribía cada día en los cielos de Chile, de todo lo que perdió y ganó, y de toda la sangre que se había derramado solo para poder llegar a este momento, desplegando todo el poder de las mejores naves aéreas, mayores y menores, con el mejor armamento forjado y la mejor tripulación que se pueda tener.

Una vez formadas en la cubierta de la nave, vio que a su izquierda estaba la  inquieta colorina Antonieta Condell, y a su derecha la siempre impecable Camila Montt, sus amigas del internado, y de la Academia de Oficiales, siendo ellas quienes han surgido con el mas alto galardón de Logros en su generación y aunque ellas decidieron especializarse en distintas cosas, siempre buscaron la manera de estar juntas en cualquier designación. Afortunadamente para ellas, sus cualidades se combinaban tan bien, Antonieta como Ingeniera, Camila como Artillera y Josefina como Piloto, que nadie podía separarlas sin notar este grado de hermandad que se había formado entre ellas. Las tres habían logrado con esfuerzo el logro de ser consideradas, y cito de boca del mismísimo General Buenaventura, "el trío de las más interesantes locas que hayan subido a una nave jamás, y eso que he visto algunas!"
Para Josefina, ellas eran sus 'hermanas", y ellas ahora eran parte vital de esta nueva vida, aunque dentro de su corazón, ella sabía que había algo de mucha mas importancia que eso. Ella estaba cumpliendo con una tarea que implicaba honor familiar, orgullo por quien era ella, y que desde ese momento, todo iba a ser diferente.

Daba inicio a un nuevo capitulo para Josefina Mercedes Prat, a bordo del Carguero de Batalla de la Gloriosa Armada Aérea de Chile, "Soberanía".



2

Pascual Grau era una excepción en todo concepto, había sido el mejor estudiante del Liceo de Lima, saliendo egresado a los 12 años y pudiendo haber elegido cualquier estudio superior, solo se enfoco en la Ingeneria de la Metahulla, interesado en ella después de haber sobrevivido un accidente de una fabrica fundidora, donde al explotar una de las calderas vio como las llamas se elevaban en tonos azules y anaranjados, derritiendo todo a su contacto, hasta llegar al cielo de la fábrica y reventar el techo. El salir ileso de eso, además de ser otro hito de su excepcional existencia, fue lo que lo llevó a estudiar por 4 años, siendo el primero de su clase, logrando los mayores reconocimientos, y siendo la promesa de su generación en la Guerra del Pacífico. Sin embargo no era lo que el deseaba. El deseaba saber más. Se volcó a estudiar Metalurgia, y se fue a una de las mas prestigiosas universidades de Europa, aprovechando los buenos lazos que existían en aquél momento con el Reino UnidoCuando se estaba titulando, ya se había formado el Imperio Británico, y el mundo ya estaba en pie de una Guerra Mundial como no se había visto jamás.
Pascual solo deseaba domar el fuego de la metahulla, no sabía porque, solo que debía hacerlo. Sentía que algo en su interior se llenaba al hacerlo. Puso su mente en ello, tratando de dejar la pasión de lado, y refugiandose en sus libros logró ingeniar nuevas maneras de llevar sus teorías a la práctica, y fue el pionero en la creación de las fusiones de metal, y la forja hasta capacidades impresionantes.
Había entendido las propiedades fisico-energéticas del calor de la metahulla, y creó los fundamentos para desarrollarla. Pascual creó los principios de la "Meta-Ciencia". Muchos le comenzaron a admirar como un prodigio, mas a él no le importaban los halagos, solo la gente que deseaba trabajar como él.
La nueva tecnología de la "Meta-Ciencia" llegó a conocerse de alguna manera a todo el mundo, lo que dejó en cierta igualdad de condiciones a todas las partes involucradas en la Guerra Mundial del Pacifico, por lo que solamente sus conocimientos eran clave para tener la ventaja. Pascual comenzó a entender que su saber era usado para otros fines, que atrocidades se habían creado en resultado a su inconsciencia de no ver mas allá de su propio apetito por saber.
Tomó por vez primera una desicion que implicaría un cambio radical en su vida. 
Hizo sus maletas, sus apuntes, diseños, modelos y todo lo creado y por crear, y se dirigió a la recientemente formada República Confederada de Chile. 

Nuevas maquinas se pondrían de pie, y dirigibles ya enormes en ese momento, daban paso a diseños mas audaces, extremos y letales.

Reconoció que el tiempo perdido en sí mismo debía ser recuperado de alguna manera. No solo se dispuso a diseñar los modelos de las nuevas piezas de arte de vapor, bronce y madera, sino que también fue parte del proceso de forja, armado y prueba de muchas de ellas, principalmente porque sabía que sería complicado aprender a usar muchas de ellas. De ahí que uno de los requerimientos era que solo los mejores oficiales fuesen los que pudiesen usar estas máquinas, y entender esta ciencia.
Porque el sabía que no tendría otra oportunidad de ser parte de aquello de lo que tanto le había apasionado.
Porque el sabía que desde que era niño, el había querido ser esa llama que reventó esa fábrica. Incontrolable, Imparable. 
Y porque el sabía que ese nuevo ardor en su corazón era una sensación nueva, y quería más de eso.



3
Viktor Aukaman había asumido de un principio de su educación que no sería fácil lograr ese sueño de ser Capitán de nave. Pero su familia jamás le demostró lo que era el rendirse.
Así pues, sacó lo mejor de las dos culturas que le habían dado la vida, la europea, con el hambre del logro y la mapuche, indomable y rebelde. Junto con unos rasgos físicos únicos, de piel morena, cabellos azulosos como su madre, y ojos de color cielo y temple de acero del padre.
Con uso de asistencia de los contactos de su padre, pudo acceder a la escuela de Oficiales, con la advertencia de que ser un mestizo no era bien visto en un país que había estado luchando hasta hace unos años contra su gente. Si no hubiese sido por el valor de unos pocos que forjaron una hermandad entre mapuches y hombres y mujeres de Chile, no se podría haber controlado una invasión de criaturas subterráneas, invocada por poderes oscuros que mezclaban el odio de algunos de su gente, con el saber arcano de grupos de sectarios de más allá del mar del oeste.
Ahora era el momento de mostrar un nuevo mañana. Viktor sabía que alguien debía dar el primer paso, y lo demostró con creces.
Sus orígenes indígenas le dieron una ventaja al momento de probarse físicamente con sus iguales, y destacó entre ellos con creces. A nivel intelectual también fue una sorpresa, dada la instrucción particular que había recibido desde los seis años de parte de su padre, quien era un ex oficial del ahora llamado Imperio Prusiano, quien le inculcó el amor por la lectura, las matemáticas y la lógica, lo que marcó su ascenso en los años que tuvo su instrucción. 
Además estaba otra característica de Viktor: le gustaba sentirse desafiado. Encontraba una motivación adicional el tener que enfrentarse a la dificultad. Para él no habían imposibles. Este orgullo era un secreto regalo que ambos padres le enseñaron, para no sentirse menos ante nadie ni nada.
Así, a los tempranos 21 años y luego de cinco con intachables marcas y participaciones en misiones de todo tipo, había logrado ser segundo al mando del Carguero de Batalla de la Gloriosa Armada Aérea de Chile, "Soberanía", al momento de tener que recibir una nueva tripulación de talentos, que al igual que él, no deseaban nada más que sentir que tenían el mundo en sus manos. Rostros ansiosos de hombres y mujeres, que estaban formados frente a él, y que esa mañana estaban preparados para recibir las primeras órdenes de la que sería la misión más importante que él había estado. Aunque desconocida en parte, el Capitán le había dicho que esa mañana en particular, a tres mil millas aero náuticas se encontrarían con el "Fuerza de Chile", Destructor Acorazado, que les entregaría una valiosa carga y luego se retirarían a adentrarse en territorios de los Estados Federados de América. Hasta ahí todo parecería sencillo. 
Sin embargo, la vida de Viktor le había enseñado que nada, nada era sencillo.

Luego de pasar revista a la tripulación en cubierta, dispuso de las instrucciones de máximo sigilo, con los motores del "Soberanía" en modo silencioso, y el gasto de energía dejarlo al mínimo. Vuelo entre las nubes de altura media y con personas en vigilancia en los nidos de cuervo.
Al cabo de casi una hora, una señal luminosa al norte, y la impresionante e inconfundible cúpula de bronce que encierra la cabina de mando del "Fuerza de Chile" se empezaba a acercar, con altura superior al Carguero de Batalla, bajando rápidamente, pero con una destreza que incluso sorprendió al Capitán, ya que logró ponerse en la altura de acople con precisión impecable. Luego de enganchar la sección de carga lateral de ambas naves, Viktor y una cuadrilla se disponían a recibir la carga indicada, sin esperar que ésta era realmente una persona. Un hombre, joven, en sus veintes, vestido formalmente para trabajar en oficina. Llevaba consigo una mochila de cuero, cargada de papeles firmemente atados, un bolso cuadrado, que se deslizaba con suavidad por medio de unas ruedas que tenía enganchadas en su parte inferior, y un bastón con un pomo de metal, lo suficientemente grueso para esconder un arma. Rápidamente este joven avanzó por la plataforma que unía ambas naves, y sin esperar mayor ayuda, entró al "Soberanía".
"Pascual Grau, Maestro Ingeniero, mucho gusto"- le dijo a Viktor, entregando un par de papeles que se veían con sellos variados y membretes indicando el linaje de estudios de esta persona, al menos 20 centímetros mas pequeño que él.- "Creo que debe llevarme a ver a su Capitán", continuó diciendo, en vista del silencio del mestizo frente a él.
"Claro. Déjeme terminar con este procedimiento"- respondió el Segundo al mando. Luego de recibir un paquete de cartas para el Capitán, y despidiéndose de su contraparte del "Fuerza de Chile", una joven con una gran llave inglesa enganchada a su espalda, procedió a desprender los ganchos de unión y a separar ambas naves.

Por un momento, Viktor pensaba que esto era nuevo, el tener a un civil a bordo, dando un nuevo giro a lo que sería la misión, que todavía no estaba totalmente revelada a nadie.
Para él, esto era otro desafío. Otra manera de demostrarse a sí mismo que nada es imposible.
Incluso, el ganar esta Guerra.

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